En la Teoría General de Sistemas el Principio de Totalidad afirma que el todo es algo más que la suma de sus partes. Contemplar un sistema desde esta perspectiva supuso un salto lógico en el pensamiento y un nuevo lugar de observación.
Si pensamos en una familia, por ejemplo, vemos que son algo más que la simple suma de sus miembros. Existe, además, otra realidad, algo que les representa a todos, por ejemplo, el sentido de pertenencia. Si alguno de ellos desaparece la familia seguirá existiendo, sin perder por ello su naturaleza.
Para entender el Principio de Totalidad solo hay que realizar un pequeño ejercicio de abstracción. Se trata de comprender que el individuo no es lo mismo que la categoría que lo contiene. Contenido y continente pertenecen a dos niveles lógicos diferentes, con naturalezas diferentes.
El juego del ajedrez no se comprende mirando solo las fichas, como tampoco se comprende una familia mirando solo a uno de los hijos. En terapia de pareja, por ejemplo, uno más uno son tres. El psicólogo sistémico tiene que ver una tercera silla, entre los asistentes, para poder comprender todo el universo que les representa. Para comprender más profundamente los sistemas sociales no podemos considerar aisladamente cada elemento, porque su carácter trasciende la suma de sus componentes y atributos.